sábado, mayo 21, 2011

Cannes 2011: Cadáveres

Eduardo Lucatero (@Lucateros)
lucatero@rollodepelicula.com


Si en algo se ha distinguido este festival es en la cantidad de muertes en pantalla, que iniciaron desde la primera película en competencia, Let´s Talk about Kevin hasta la muerte de la humanidad completa en Melancholía. La tendencia continúa en La piel que habito, más reciente largometraje de Pedro Almodóvar, quien se aleja del tono agridulce y melancólico que había mantenido en sus últimas cintas para lanzarse de lleno al cine de terror. Desafortunadamente, el resultado no es muy bueno. Antonio Banderas interpreta a un malvado cirujano plástico que realiza experimentos genéticos en una mujer que mantiene secuestrada (la bella Elena Anaya) y no se ha podido reponer de la muerte de su esposa años atrás. Varias vueltas de tuerca francamente absurdas y varios personajes gratuitos no ayudan. Quizás si estuviera contada de forma lineal sería más interesante, pero la historia original no da para mucho y podría ser un episodio muy bien filmado de CSI.

Más muertos aún hubo en Drive, del realizador danés Nicolas Winding Refn. Se trata de una película B, que podría haberse realizado en los 80´s, con todo y títulos color rosa y música de sintetizador. Si bien mucha gente se pregunta qué hace una película así en un festival como Cannes, Drive es entretenida y está muy bien interpretada.


La cuenta de cadáveres continuó con The Murderer, del coreano Na-Jong Jin (The Chaser), la exhilarante historia de un hombre en el sur de China que, desesperado por ganarse un dinero, acepta matar a un hombre en Corea. Las cosas no salen bien y pronto varios grupos de gangsters, así como la policía, lo persiguen para acabar con él. Que en cada ocasión logre salvarse y escapar sólo garantiza que la diversión dure más tiempo.


Una de las últimas películas en competencia fue This must be the place del italiano Paolo Sorrentino, de quien se ha hablado ya en estas páginas. Su primera película en inglés es un poco extraña, pero emotiva y lograda. Sean Penn interpreta a un hombre que en su juventud era un famoso rockero (tipo Robert Smith, de The Cure) y vive retirado en su castillo en Irlanda. Cuando su padre muere, la ex estrella regresa a Estados Unidos y emprende un viaje en carretera hacia el sur, para ajustar algunas cuentas que su padre no pudo antes de morir. El estilo de Sorrentino se ajusta perfectamente al paisaje americano (por momentos, la película recuerda a Wim Wenders) y aunque hay dos o tres cosas que se quedan sin explicar, la cinta logra conmover.

1 comentario:

David Cotos dijo...

Drive es una impactante película, lo que más fascina también es la música realmente ya estoy buscando el soundtrack.