lunes, febrero 09, 2009

Descubrimientos: Béla Tarr

Eduardo Lucatero
lucatero@rollodepelicula.com

Cuenta la leyenda que el director Gus Van Sant leyó en Variety una crítica sobre The Werckmeister Harmonies donde mencionaban que el director Béla Tarr era un verdadero visionario y la cinta deslumbrante, espiritual y poética. Casualmente, ese fin de semana se exhibía en algún lugar de Nueva York Sátántangó, y la cinta impactó de tal modo a Van Sant que sus cuatro siguientes cintas; Gerry, Elephant, Last Days y Paranoid Park son una especie de homenaje / remake /reinterpretación del cine de Tarr.

Tarr comenzó a hacer cine de forma amateur. En 1977, a los 22 años, realizó un largometraje titulado Családi tűzfészek (Nido familiar), en el que un joven que acaba de volver del servicio militar y su esposa tienen que compartir un pequeño departamento con los padres del joven. (El tema de la cohabitación y las tensiones familiares se repetirá constantemente en subsecuentes obras). A pesar de que la película fue rodada con un presupuesto mínimo, los actores eran amigos del realizador y las locaciones prestadas, la experiencia fue muy agradable para Tarr, que ingresó después a la escuela de cine de Budapest. (En la Hungría comunista de los 70´s, para trabajar en cine era obligatorio tener un certificado de una escuela de cine.)
Dos cintas posteriores, Szabadgyalog, (El extranjero, 1981) y Panelkapcsolat (Gente prefabricada, 1982), continúa su exploración de la vida de la gente ordinaria, enfrentada a situaciones comunes que sin embargo rayan en lo absurdo. En sus tres primeras cintas también hay un marcado estilo semidocumental, realista, muy de moda en aquellos años en Europa del este. En su siguiente cinta, sin embargo, Béla Tarr iniciaría una transformación estilística.

Öszi almanac (Almanaque de otoño, 1985) se centra nuevamente en grupo de personas compartiendo techo. Una mujer y su hijo comparten un departamento con un profesor. La mujer, de salud algo frágil, ha contratado a una enfermera, quien se ha mudado al departamento con su novio. Tensión sexual y juegos de poder se establecen entre todos los residentes, quienes apáticos, aceptan lo que la vida les tira. Si bien los temas son familiares, la puesta en escena es muy estilizada, con intensas luces de colores que hacen las veces de aura y planos cada vez más largos. Almanaque de otoño es la última cinta que Béla Tarr realizó en color.

Kárhozat (Maldición, 1988) es una historia muy simple. En un miserable pueblo minero, donde no hay mucho qué hacer además de emborracharse y escuchar música en el tugurio local, un hombre se enamora de una mujer casada. Cuando le ofrecen un trabajo relacionado con la mafia local, el hombre convence al marido de la mujer de realizar el trabajo, aprovechando su ausencia para consumar sus avances. Lo importante aquí es la delirante puesta en escena. Rodada en blanco y negro de alto contraste y exclusivamente en planos secuencias, Tarr experimenta con tiempo y espacio de la misma forma que Antonioni, Tarkovski, Jancsó y Angelopoulos. El director ha declarado que su intención más que contar una historia, es acercarse a la gente y entender la vida diaria. Lo personajes de éstas cintas parecen estar siempre a merced de la naturaleza (el viento y la lluvia son un elemento constante, así como varios animales) y de sus malas decisiones.



Hay cintas que exigen que el espectador esté atento. Hay cintas provocativas, de ritmo lento, en las que parece que el realizador está tratando de probar la paciencia del público, con escenas en las que aparentemente no pasa nada. Sin embargo, estas cintas pueden resultar en una experiencia casi espiritual. Es el caso de Sátántangó (1994). La película de siete horas de duración, en blanco y negro, tiene 150 planos secuencia, buena parte de ellos de siete y ocho minutos. La vida de una pequeña comunidad se transforma por la llegada de un extraño personaje. La película (y la novela en la que está basada, de László Krasznahorkai, autor igualmente de Almanaque de Otoño, Maldición, La melancolía de la resistencia y coguionista de El Hombre de Londres) está estructurada como un tango, con doce partes y cuenta la historia desde varios puntos de vista. No es una cinta fácil, pero es sin duda una experiencia que vale la pena.



En cambio, Werckmeister harmóniák (Las Armonías de Werckmeister, 2000) es probablemente la cinta más accesible de Béla Tarr. Basada en la novela La Melancolía de la resistencia, repite los temas y preocupaciones de las otras cintas. Nuevamente, un pequeño pueblo termina al borde de la destrucción debido a la llegada de un extraño, en éste caso, un circo cuya atracción principal es una gigantesca ballena y un misterioso príncipe. Poco a poco, el circo, la ballena y la sombra del príncipe se convierten en catalizadores de inestabilidad social que a su vez terminan en represión militar. La cinta dura sólo dos horas (apenas 39 tomas) pero tardó en rodarse tres años (se dice que cada plano tardaba un par de meses en ser coreografiado y ensayado). De una belleza plástica poco común, toques surrealistas y música excepcional, es quizá la mejor forma de familiarizarse con el cine de Tarr.

La última cinta de Tarr, basada en una novela de Georges Simenon y coescrita nuevamente con Krasnahorkai, comienza a exhibirse en algunas ciudades, mientras que Tarr y sus habituales colaboradores acaban de terminar el rodaje de una nueva cinta titulada El Caballo de Turín, que al parecer se estrenará en el próximo festival de Cannes.




Almanac of Fall, Damnation, Satantango, The Outsider y The Werckmeister Harmonies se encuentran disponibles en DVD a través de la compañía Facets, con subtítulos en inglés en región 1; en Artificial Eye (GB) y Clovis Films (Francia) en región 2.