sábado, mayo 14, 2011

Cannes 2011: Del Vaticano a Tijuana

Eduardo Lucatero (@Lucateros)
lucatero@rollodepelicula.com

Se esperaba con mucho interés la nueva película del gran director Nanni Moretti, autor de obras importantes como Aprile, Caro Diario o La habitación del hijo. Nombrado por algunos “el Woody Allen italiano”, Moretti escribe, actúa y produce sus propias cintas en las cuales hay un frecuente desencanto con la vida moderna, principalmente debido a la ignorancia de la gente. Sobre todo después de la corrosiva comedia política Il Caimano, muchos esperaban que Habemus Papam fuera un implacable ataque a la iglesia católica y a sus líderes. Todo lo contrario, se trata de un gentil drama sobre un hombre común y corriente a quien se le enviste inesperadamente una responsabilidad colosal.


El papa muere y en el cónclave un cardenal es elegido como el nuevo pontífice. Sorprendido primero, paralizado por el miedo después, el hombre termina por escaparse del Vaticano y vivir unos días como un viejo normal. Interesante en muchos sentidos, rodada al parecer en locaciones auténticas, Habemus Papam podría ser unos veinte minutos más corta y podría haber sido un poco más incisiva, será recordada principalmente como un vehículo para Michel Piccoli, que logra transmitir la fragilidad, angustias y la completa falta de infalibilidad del Papa y lo muestra como es, un hombre común.


El tema femenino presente el día anterior continuó con Sleeping Beauty (La bella durmiente), primera película de la novelista australiana Julia Leigh. Mucho menos interesante y mucho más superficial de lo que su autora cree, la bella durmiente es una joven que aparenta no tener ningún interés y asiste a la escuela, trabaja o fornica porque no tiene otra cosa mejor qué hacer. La propuesta de la guionista y directora es dar la menor cantidad posible de detalles, por lo que es completamente imposible identificarse con la protagonista o intentar comprender el porqué de sus acciones. Además de ser mesera y trabajar como asistente en una oficina, Lily se presta para experimentos pagados en un laboratorio. Nunca sabemos para qué quiere el dinero, pero cuando se le ofrece la oportunidad de convertirse en puta, Lily acepta como si le ofrecieran una muestra gratis en el supermercado. El guión se esmera en repetir que no se trata de prostitución, puesto que no existe penetración, y de ese nivel es el de cuestionamiento filosófico de la cinta en general, como puede verse, no es mucho más profundo que la regla de no besar a los clientes de Julia Roberts en Pretty Woman.


En un registro completamente diferente (se merecía más el espacio en la competencia ocupado por Sleeping Beauty) se ubicó la estupenda Miss Bala, tercera película de Gerardo Naranjo. Una joven de Tijuana quiere ser Miss Baja California para hacer algo de dinero y ayudar a su familia. Una noche, por accidente, se ve mezclada con el líder de una peligrosa banda de narcos. Lo que sigue es un doloroso relato de corrupción y violencia, sin caer jamás en el sensacionalismo (a pesar de estar muy bien filmadas, las escenas de “acción” se sienten incómodamente reales y nunca caen en simple espectáculo). Ojalá le vaya bien en su estreno en México y se venda muy bien en el resto del mundo.

viernes, mayo 13, 2011

Cannes 2011: El día de la mujer

Eduardo Lucatero (@Lucateros)
lucatero@rollodepelicula.com


Este año, el festival parece haber puesto especial atención en realizadoras, con cuatro de ellas en competencia y varios filmes dirigidos por mujeres en todas las secciones, lo cual es siempre bienvenido. Una de las cintas más esperadas fue el regreso de la escocesa Lynn Ramsay (de quien ya se ha hablado en estas páginas) con la esupenda cinta We need to talk about Kevin, que narra la aterradora historia de una madre de familia que comienza a darse cuenta de que su hijo es un psicópata. Poco a poco la conducta del niño (y luego adolescente) va volviéndose más y más hostil, y sus actos cada vez más violentos, hasta culminar en una masacre al estilo Columbine. Está narrada como un rompecabezas, con elementos mínimos que van tomando sentido conforme la cinta avanza y un uso excepcional del color y del sonido. Tilda Swinton logra transmitir la desesperación de la madre al no saber cómo reaccionar antes de la tragedia y su forma de readaptarse a la comunidad después de la misma, en una cinta que se queda en el espectador mucho tiempo después de salir del cine.



La Semana de la Crítica, que se enfoca principalmente en óperas primas, abrió también sus puertas hoy con una muy interesante película israelí de Hagar Ben-Asher titulada The Slut (La puta). En un pueblo israelí en medio de la nada vive tranquilamente una mujer con sus dos hijas. A la mujer le encanta el sexo y ha aprendido a utilizarlo en su favor, como herramienta de poder. La llegada de un nuevo hombre pone en peligro el delicado balance de la comunidad y pronto la tensión termina estallando de forma inesperada. La protagonista (además directora y guionista de la película) desarrolla una compleja serie de relaciones y postulados filosóficos, pero lo hace de forma muy cinematográfica, con largos planos de puertas, ventanas y elementos de la naturaleza que rodean a la protagonista en todo momento. Va a ser muy controvertida, pero definitivamente es propositiva y vale la pena.



No se puede decir lo mismo de Restless (Inquietos), la nueva película de Gus Van Sant. Un comercial de banco tiene más honestidad que la historia de una joven con un tumor cerebral a punto de morir, que conoce a un excéntrico joven al que le gusta, por algún motivo, colarse a funerales de desconocidos. El pedante sujeto (que si fuera mínimamente real estaría institucionalizado, muerto o en la cárcel) y la joven se enamoran (a pesar de ser bastante repelentes) y aprenden a gozar de la vida realizando actividades como aprender esgrima o tirar piedras a los trenes que pasan. Por si fuera poco, el joven tiene sólo un amigo: el fantasma de un piloto kamikaze japonés de la segunda guerra mundial, fantasma a quien conoció cuando murió unos minutos, en un accidente en el que sus padres fueron menos afortunados. Aunque quizá les fue mejor, si la vida es realmente la cursilería que los protagonistas de esta película imaginan. Nunca se sabe.

jueves, mayo 12, 2011

Medianoche en Cannes

Eduardo Lucatero (@Lucateros)
lucatero@rollodepelicula.com


Si el año pasado la crisis económica y el volcán en Islandia afectaron seriamente el festival, este año todo parece estar de vuelta a la normalidad; el mercado aparenta salud, las estrellas han confirmado su presencia y en papel, el festival será un éxito desde cualquier punto de vista. En papel, claro está. Sin embargo, si la ceremonia de inauguración es indicativo de algo, 2011 será un muy buen año.

La película elegida para abrir el certamen fue la nueva cinta de Woody Allen, titulada Midnight in Paris. Al contrario que en otras cintas recientes de Allen, en ésta ocasión el tono es menos pesimista y en cierta forma se trata de un cuento de hadas; Owen Wilson interpreta a un guionista de Hollywood con aspiraciones literarias serias, frecuentemente anclado en la nostalgia por el pasado (el protagonista de su novela tiene una tienda de memorabilia y objetos de principios de siglo). Mientras visita París con su sangrona prometida y los padres de ésta, comienza a tener una serie de episodios (que su novia califica como un posible tumor cerebral) en los que se transporta al París de los años 20, donde transitaban casualmente personajes como F. Scott Fitzgerald, Picasso o Buñuel. La película es similar a La rosa púrpura del Cairo; si bien no llega a esas alturas, es una agradable reflexión sobre la eterna inquietud de que los tiempos pasados siempre han sido mejores. Los detractores de Allen la encontrarán pedante, rebuscada, con personajes insoportables y alejados de la realidad; los fans ya comienzan a colocarla entre las mejores obras del realizador. Como siempre, la realidad se encuentra en un menos controversial punto medio.