lunes, diciembre 20, 2010

Lo mejor del 2010

Eduardo Lucatero
lucatero@rollodepelicula.com

10. CARLOS (Olivier Assayas)

Jack Nicholson ha declarado en varias ocasiones que nunca va a hacer televisión, porque él es un actor de cine. No vamos a discutir aquí los méritos cinematográficos de películas como Anger Management o As good as it gets, pero es importante señalar que en últimos años, en muchas instancias la televisión ha resultado ser mucho más interesante, arriesgada y propositiva que el grueso de lo que se ve en las pantallas de cine. Justamente Carlos, producida originalmente para la televisión francesa pero estrenada comercialmente en salas, resultó ser una de las propuestas más interesantes del año. De cinco y media horas de duración (en algunos lugares se estrenó en una versión de dos y media), Carlos intenta descifrar al enigmático terrorista conocido como Carlos “El Chacal”, autor de varios atentados que paralizaron Europa desde 1975, hasta su arresto en Sudán en 1994. Mención especial merece el actor venezolano Edgar Ramírez, en una actuación realmente fuera de serie, que interpreta al complicado personaje durante los veinte años que transcurren en la cinta sin hacer dudar al espectador por un momento, que él no es el políglota terrorista. Además, Carlos es particularmente relevante en éstos días; las últimas escenas de la película ocurren en los campos de entrenamiento donde Osama bin Laden comenzó su preparación terrorista.



9. SOMOS LO QUE HAY (Jorge Michel Grau)

Las frecuentes discusiones sobre “el problema del cine mexicano” terminan habitualmente en dos teorías. La primera sostiene que el cine de Hollywood es un gigantesco monstruo insaciable y la única forma de vencerlo es competir directamente y hacer productos similares. La otra teoría dice que el cine de Hollywood es un gigantesco monstruo insaciable y la única forma de vencerlo es hacer películas completamente personales, que ganen premios en festivales europeos; no importa que no tengan público y que nadie se interese en verlas (es más, a veces hasta parece que lo importante es que nadie las vea). Lo curioso es que la mayoría de los realizadores de éxito se ubican al centro de ambas teorías; es el caso del estupendo debut de Jorge Michel Grau, Somos lo que hay. Tomando como base el melodrama familiar más tradicional, Grau agrega un elemento singular; el canibalismo (a mi parecer, por primera vez en el cine mexicano), y el resultado es una cinta increíblemente fresca y original. La historia sigue a una familia en apariencia bastante regular durante las horas que siguen a la muerte del patriarca. Lo que hace que ésta familia no sea ordinaria es que se trata de un clan de caníbales en el cual el padre es el principal proveedor, por lo que su deceso pone en peligro la supervivencia de toda la familia.



8. SOUND OF NOISE (Ola Simonsson y Johannes Stjärne Nilsson)

Una de las películas más divertidas del año, Sound of Noise es también una de las más originales; un grupo de artistas (o terroristas, según el punto de vista con que se les vea), hartos del mal gusto de la gente deciden embarcarse en un proyecto monumental que incorporará a la ciudad completa y la liberará de mala música. Esto incluye, desde luego, cometer varios actos ilegales, por lo que la policía intenta detenerlos.



7. SUBMARINO (Thomas Vinterberg)

En principio, Submarino puede sonar a una más de esas películas que intentan ser profundas acumulando tragedia tras tragedia sobre sus personajes, que estoicamente deben aceptar que la vida es una basura. Sin embargo, el talento de Vinterberg (Festen, Dear Wendy) hace que la película sea mucho más que un catálogo de miserias humanas y además de deprimente y devastadora, sea una interesante reflexión sobre el azar, además de explorar el origen y las causas de tales miserias. Dos hermanos intentan llevar una vida normal, a pesar de tener que ocuparse de su hermano de apenas unos meses de nacido y su madre alcohólica y medio zorra. La primera tragedia (la muerte del bebé, apenas a tres minutos de iniciada la película), marca profundamente a ambos hermanos, que una vez adultos, tienen una serie de problemas de adaptación; uno de ellos es drogadicto, el otro es excepcionalmente violento, ambos en problemas con la ley. Vinterberg nunca cae en la explotación, dándose además el lujo de experimentar con el tiempo (la historia de cada uno de los hermanos se narra en diferentes planos temporales).



7. THE KIDS ARE ALRIGHT (Lisa Cholodenko)

Otra familia convencional con una ligera variación; un par de hijos adolescentes, una casa en los suburbios, padres que tienen opiniones encontradas sobre el uso de las motocicletas o la universidad, pero que adoran a sus hijos. La diferencia aquí es que esta familia tiene dos madres, una pareja de lesbianas, interpretadas extraordinariamente por Annette Benning y Julianne Moore. La hija mayor, que está a punto de dejar la casa para entrar a la universidad, cumple dieciocho años, por lo que legalmente está autorizada a indagar la identidad del donador de semen utilizado para engendrarla. Su interés es menor, en realidad es su hermano menor quien está más interesado en conocer a su padre biológico. Sin que sus madres se enteren, localizan a Paul, quien resulta ser un tipo alivianado y adorable, más que dispuesto a integrarse a la vida familiar de los jóvenes, lo que no le cae muy bien a una de las madres. Pocas veces un tema de actualidad es tratado en cine de forma tan divertida; es una interesante reflexión sobre la relevancia de la familia tradicional, un llamado a la tolerancia y una divertida comedia. ¿Se puede pedir más?



5. LE QUATTRO VOLTE (Michelangelo Frammartino)

No es muy frecuentemente que se abandona la sala de un cine pensando: “Nunca he visto algo así”. Le quattro volte es uno de esos casos. Sin el uso de ningún narrador (y en realidad prácticamente sin usar palabras), Frammartino retrata cuatro ciclos vitales; un viejo pastor, una cabra, un árbol y una pila de carbón. La inspiración es la teoría de transmigración de almas de Pitágoras (un alma pasa de un hombre a un animal, luego a un vegetal y luego a un mineral antes de repetir el mismo ciclo), mostrando la vida diaria de cada uno de ellos hasta su muerte, incorporando delirantes detalles (como una extraña fiesta popular o un extraordinario plano secuencia protagonizado por un perro). No es una película fácil, pero una vez que se aceptan las reglas, la experiencia vale la pena.



4. BLUE VALENTINE (Derek Cianfrance)

Un sinnúmero de películas narran el encuentro entre un hombre y una mujer, las dificultades que enfrentan para estar juntos y terminan cuando la pareja decide finalmente casarse o estar juntos. Blue Valentine no es la excepción. Lo interesante es que la película nos cuenta también lo ocurre después, y de modo paralelo, describe con detalle casi científico la paulatina desintegración de la pareja, el aburrimiento, las peleas (sorprendentemente realistas) y la total degradación de los personajes. Desarrollada a lo largo de casi diez años con Michelle Williams y Ryan Gosling, que llevan crédito de coproductores, por momentos parece un documental sobre terapia de parejas. Estupenda.



3. CARANCHO (Pablo Trapero)

Reelaboración del cine noir, trasladado a una oscura y peligrosa Buenos Aires, donde según se nos informa, los accidentes de tráfico son inusualmente comunes. Ricardo Darín (¿no hay más actores en Argentina?) interpreta al zopilote del título, un abogado que se aparece en cuanto ocurre un accidente de tránsito, parte de un complejo sistema para hacer fraudes a las compañías de seguros. Conocer a una atractiva paramédico le inspira a cometer un último fraude para poder retirarse, pero como en toda película noir respetable, las cosas salen mal y las consecuencias son aterradoras. Los últimos diez minutos de la película son particularmente extraordinarios.



2. RABBIT HOLE (John Cameron Mitchell)

El autor de la insoportable Shortbus (inexplicablemente la película favorita de varias personas que conozco) continuó su trabajo con una delicada, sobria y poderosa reflexión sobre el duelo y la muerte. Supuestamente, Nicole Kidman vio la pieza teatral, compró los derechos, escogió a su compañero de reparto y seleccionó personalmente a Mitchell para realizar la película, todas elecciones resultando ser bastante inspiradas. Kidman y Aaron Ekhart son una pareja que acaba de perder a su pequeño hijo en un accidente. Ocho meses han pasado y ambos enfrentan la pérdida de modo diferente; él intenta recordar al pequeño todas las noches, quiere que su habitación se conserve intacta y activamente intenta asistir a grupos de terapia. La madre, en cambio, opina que para finalmente dejar el accidente atrás, hay que remover las cosas que les recuerden constantemente la pérdida. Evidentemente, no hay respuesta correcta a sus preguntas y su relación comienza a deteriorarse a partir de ello. Hubiera sido fácil caer en el melodrama fácil o en el drama azotado; la sorpresa es que Mitchell maneja todo con un naturalismo sorprendente, con mucho humor y la película termina con una fabulosa nota de esperanza.



1. MARWENCOL (Jeff Malmberg)

Un hombre es brutalmente golpeado afuera de un bar, quedando en coma. Cuando despierta, ha olvidado prácticamente toda su vida debido al severo daño cerebral. No recuerda a sus amigos ni a su familia, pero se muda a casa de su madre para recibir atenciones. Poco a poco comienza a reincorporarse a la vida, dándose cuenta de que tiene una enorme facilidad para las manualidades y comienza a construir en su jardín un mundo alternativo, el país de Marwencol, tomando fotos de las aventuras de los personajes que ahí viven. En un año en que el documental brilló, Marwencol fue quizás la sorpresa más agradable del año. Excepcional.