viernes, febrero 19, 2010

BERLIN 2010

Eduardo Lucatero
lucatero@rollodepelicula.com


Dos realizadoras presentaron hoy diferentes reflexiones sobre el papel de la mujer contemporánea. La bosnia Jasmila Zbanic y la argentina Natalia Smirnoff presentaron sólidas películas que seguramente se llevarán alguno de los premios. Hace un par de años, Zbanic ganó el Oso de Oro con su primer película, El secreto de Esma, que examinaba los efectos de la guerra en la gente común; su muy superior segunda película Na Putu (En camino) continúa dicha exploración pero en un contexto mucho más universal.

Luna y su novio Amar llevan un par de años intentando tener un hijo. Ella es sobrecargo, él controlador y es evidente que se adoran. Amar, amante de la juerga y el alcohol, es despedido. Al mismo tiempo, se encuentra con un amigo que no había visto desde la guerra. Ese encuentro termina alterando completamente la vida de ambos.

La única película latinoamericana en concurso, Rompecabezas es el debut de Natalia Smirnoff, asistente de dirección de Pablo Trapero y Lucrecia Martel y directora de televisión. María del Carmen es una hacendosa ama de casa, preocupada únicamente por atender a su familia, cocinar complicados platillos y hacer el quehacer. En su cumpleaños número 50 recibe un rompecabezas de regalo y para su sorpresa, le encanta la experiencia y comienza a comprar y armar más rompecabezas y termina por descubrir el mundo de los torneos de rompecabezas, pero sobre todo, comienza a descubrir un mundo más allá de su pequeña esfera familiar, que incluyen al sofisticado jugador Roberto, millonario cosmopolita que gusta del té, notorio contraste con su marido mecánico. Notablemente interpretada por María Onetto, vista en La mujer sin cabeza, Rompecabezas es un fascinante retrato de una familia latinoamericana, de tono perfecto, narrada a través de pequeños detalles.

jueves, febrero 18, 2010

BERLIN 2010

Eduardo Lucatero
lucatero@rollodepelicula.com


El cine de Taiwán tuvo una época de oro a mediados de los ochenta, principalmente con elaboradas cintas de acción, las cuales poco a poco perdieron terreno frente a productos similares de Hong Kong, y luego Hollywood. Sin embargo, desde su estreno comercial, la película Monga ha disfrutado de un enorme éxito y a la fecha ha hecho más dinero que Avatar. Un joven apodado Mosquito y su madre llegan a vivir al barrio de Taipei del título. Mosquito comienza a tener problemas de inmediato en su nueva escuela, pero como es bueno para los golpes, se gana el afecto de la banda más poderosa de la escuela. Más por tener contacto humano (creció sin padre y sin amigos) Mosquito se incorpora y comienzan a hacer pequeños crímenes, los cuales son sólo entrenamiento para las grandes ligas, pues los otros miembros de la banda son hijos, sobrinos y ahijados de los verdaderos mafiosos que controlan el barrio. Fuerzas externas ponen en peligro el equilibrio entre las bandas rivales locales y la fidelidad entre los miembros del grupo es puesta a prueba. Sin llegar a los extremos de estilización de Johnnie To o Tsui Hark, Monga es visualmente atractiva y bastante entretenida. Fue presentada en la sección Panorama.

En la competencia, la película Shahada (Fe) dividió a la crítica pero agradó al público. Tres historias de jóvenes musulmanes que viven en Berlín. La liberal hija de un imam tiene un aborto ilegal, pero cuando las cosas se complican, la joven comienza a actuar de forma completamente inesperada; un joven devoto comienza a sentirse atraído hacia un colega de trabajo y un policía vive con sentimientos de culpa hacia una mujer con la que tuvo un incidente tiempo atrás. Si bien es un tanto esquemática y un tanto pretenciosa, la película toca varios temas de forma interesante y tiene muchas cosas recomendables, sobre todo porque se trata de una ópera prima (de un afgano) cuyo origen es un trabajo de graduación de la escuela de cine de Berlín.



La cinta rusa Kak ya provel etim letom (Cómo terminé el verano) y la iraní Sherkarchi (El cazador) tienen interés, pero en ambas hay algo que falla. En la cinta rusa, dos hombres trabajan en una remota estación del Ártico, donde son los únicos habitantes. Comen carne de morsa, deben protegerse de los osos polares y esperan al barco que los llevará de regreso a casa dentro de unos días. El hombre mayor es experimentado y no tiene particular respeto por el más joven. Luego de una primera parte increíblemente lenta, la noticia de un incidente en casa de uno de ellos, termina por desencadenar una lucha entre ambos hombres. La acción tarda demasiado y hay que estar de humor.

En cambio, el director Raffi Pitts quiso realizar su película usando sólo actores no profesionales. Una vez iniciada la producción, su protagonista no dio el ancho, por lo que Pitts decidió interpretar el papel principal; un hombre que deja la prisión y consigue trabajo como velador en una fábrica. Su esposa e hija desaparecen, el hombre se entera después de que durante las manifestaciones por las elecciones en Irán, la policía la mató accidentalmente. El hombre tiene una crisis que se transforma en un violento ataque hacia la policía. Esto ocurre casi a la media hora de la película, y a partir de ese momento parece que estamos viendo otra película. Una vez que la policía lo encuentra, parece que estamos viendo una nueva película. Hay una atractiva ambigüedad en el asunto, pero al mismo tiempo, la austeridad narrativa hace que sea difícil seguir la historia.

miércoles, febrero 17, 2010

BERLIN 2010

Eduardo Lucatero
lucatero@rollodepelicula.com


La mejor película del día resultó ser Please Give, película gringa presentada fuera de concurso. Luego de la verdaderamente terrible Friends with Money, la directora Nicole Holofcener ofrece una divertida, honesta y nada pretenciosa reflexión sobre la familia y el envejecimiento. Catherine Keener interpreta a una mujer con una familia bastante normal, un buen negocio y un bonito departamento. Cuando tiene la oportunidad, compra el departamento de al lado, con el fin de expandir el suyo propio, permitiendo que siga viviendo ahí su ocupante, una anciana bastante complicada. Es decir, el sueño de expansión del departamento se concretará una vez que la anciana muera, lo que comienza a provocar en la mujer un profundo sentido de culpa. Varios personajes a su alrededor (entre ellos las dos nietas de la anciana) tienen a su vez otros problemas para relacionarse con el resto del mundo, pero dichos problemas se desarrollan de una forma inusualmente realista en este tipo de cine, en parte gracias a los protagonistas, entre ellos la siempre bienvenida Rebecca Hall.

No se puede decir lo mismo de Bal (Miel), película turca parte de una trilogía que incluye Huevo y Leche. Un niño vive con su familia en una remota localidad en el bosque, donde su padre recolecta miel silvestre y su madre trabaja en una plantación de té. No ocurre gran cosa y los espectadores que no abandonaron la sala pudieron apreciar escenas como la del niño sacándole punta a su lápiz o caminando por el bosque. Finalmente hay algo de acción cerca del final, pero ya es demasiado tarde para interesarse.

Aun peor resultó la brasileña Besouro, que intenta ser una cinta épica sobre la capoeira y la identidad brasileña (la película recibió dinero de todos los niveles de gobierno e incluso de Pretrobras), pero termina siendo una cara telenovela con buenas dosis de humor involuntario (aparentemente, cuando se es realmente bueno en la capoeira se puede volar o transformarse en animal). Hay un par de peleas bastante inspiradas, pero el esquemático guión no da para mucho.

lunes, febrero 15, 2010

BERLIN 2010

Eduardo Lucatero
lucatero@rollodepelicula.com



Las dos películas del día mostraron a dos hombres muy diferentes dejando la cárcel. En la alemana Der Rauber, (El ladrón) se narra la historia aparente verídica de un sujeto llamado Johann Retenberg, quien se pasa los días corriendo, preparándose para un maratón. Entrena corriendo en círculos en el pequeño patio de la prisión o en su misma celda, donde ha conseguido que se le instale una caminadora. Al terminar su condena (por intento de robo a un banco), Johann regresa de inmediato a su vida anterior a la prisión y comienza de nuevo a robar bancos y a prepararse para correr, y termina ganando el maratón de Viena, lo que trae una poco bienvenida notoriedad. Lo interesante es que no se trata de dinero (hablando de los asaltos) ni de ganas de triunfar (hablando de las carreras). Johann no puede dejar de robar o de correr, y al parecer el mismo no puede explicarse el porqué.

En cambio, En ganske snill mann (Un hombre un tanto tranquilo) es una divertida comedia noruega en la que su protagonista, el alguna vez violento Ulrik (Stellan Skargaard) deja la cárcel luego de doce años convertido en un hombre tranquilo. Su intención es la de rehacer su vida y tratar de reconectar con su hijo, pero el grupo de mafiosos con los que se relacionaba antes de ir a prisión insiste en que Ulrik se vengue del hombre que lo denunció. Con el habitual humor negrísimo, a ratos surrealista de las cintas de dicho país (la película recuerda a otras como Historias de la cocina, The Bothersome Men o Junk Mail), el director Hans Peter Moland construye un relato bastante crítico de uno de los países más ricos del mundo mostrando al mismo tiempo el lado amable de dicha depresión.

BERLIN 2010

Eduardo Lucatero
lucatero@rollodepelicula.com



El tema de hoy en el festival fue la fragilidad de la mente. Las películas presentadas mostraron personajes severamente dañados que han tenido vidas complicadas y cometen errores para corregir otros errores. La menos interesante fue Greenberg, la nueva película del director de Margot at the Wedding, Noah Baumbach. El tal Greenberg del título es un músico frustrado, que acaba de sufrir una crisis nerviosa y llega a Los Ángeles para pasar unos días cuidando la casa de su hermano que se encuentra en el extranjero. Greenberg intenta reconectar con sus amigos de veinte años atrás, quienes se muestran un poco sorprendidos, pues nadie realmente lo aprecia mucho. El problema es que el personaje titular, interpretado por Ben Stiller, es tan desagradable, que no sólo uno se pregunta cómo es que una mujer como la niñera de su hermano, con quien inicia una extrañísima relación, se fijaría siquiera en un hombre así. Es más, uno se pregunta por qué alguien querría hacer una película complete basada en un personaje así.



Mucho más interesante resultó Submarino, del danés Thomas Vinterberg, autor de la celebradísima Festen en 1998. Dos niños se ocupan de su hermano bebé mientras su irresponsable, alcohólica madre se la pasa de juerga. El bebé muere, y en los años siguientes los hermanos se separan pero el incidente nunca es realmente superado; uno de ellos es un violento y solitario borrachín mientras que el otro es un amoroso padre soltero con severos problemas con la heroína. El paisaje es frío y deprimente, pero la película está muy bien armada (dividida en dos partes, primero seguimos la historia de un hermano, sin saber muy bien qué es lo que ha ocurrido con el otro) y tiene muchas cosas recomendables.





Los errores del pasado y el dolor del duelo también pueden manifestarse en realidades alternativas, como lo demuestra Martin Scorsese en Shutter Island. El director se las arregla para inquietar desde las primeras imágenes, y a pesar de ocurrir en los años 50, la película es evidentemente un retrato del clima actual de miedo y paranoia. Desafortunadamente el final no está a la altura de la propuesta, en mi humilde opinión, y lo que pudo haber sido una gran película de terror se queda a medio camino.



El programa del Foro describe La Bocca del lupo (La boca del lobo) como una “historia de amor entre la transexual Mary y Enzo, un siciliano con bigote”. Afortunadamente, la película es mucho más que eso. Documental producido por una fundación jesuita que trabaja en los bajos fondos de la ciudad de Génova, La boca del lobo toma como pretexto a la singular pareja para hablar de la ciudad, a través de material de archivo, películas familiares, películas antiguas y nuevas escenas rodadas en varios formatos. Después de ver tantas historias tristes, el siciliano con bigote resultó ser una verdadera bocanada de aire fresco.