martes, mayo 18, 2010

Cannes '10 El lado oscuro de la vida

Eduardo Lucatero
lucatero@rollodepelicula.com

Ayer en su conferencia de prensa, Woody Allen dijo que la vida era un doloroso sinsentido, por lo que más valía no esperar nada bueno de ella. Ese espíritu pesimista invadió las películas de hoy. Una de las más esperadas (ya había sido presentada en el festival de Sundance) fue el debut de Derek Cianfrance Blue Valentine, que es todo lo opuesto a una comedia romántica. Está narrada en dos diferentes líneas temporales; la primera narra cómo Dean conoce a Cindy, quien en principio lo rechaza, pero a fuerza de insistir comienza una entrañable relación. La segunda línea inicia, paralelamente, años después, cuando ya están casados y la mayoría de los momentos de pareja son o aburridos o bastante tensos. La estructura funciona, porque cada vez que vemos una tierna escena romántica, la siguiente escena nos recuerda del inminente fracaso de la relación.



Otra exploración del lado más oscuro de la humanidad fue la excelente Carancho, de Pablo Trapero. Ricardo Darín, que parece protagonizar todas las cintas argentinas, interpreta a Sosa, un coyote que se dedica a perseguir ambulancias y deambular en funerarias para envolver accidentados en complicados fraudes a aseguradoras. Cuando conoce a una joven paramédica (Martina Gusman, esposa del director), Sosa comienza a creer en alguna posibilidad de redención, lo cual será bastante difícil, pues está metido hasta las rodillas. Además de una corrosiva crítica social (la corrupción parece ser bastante natural a todos los personajes, sean abogados, médicos o policías), la película describe un ambiente opresivo, que como en el caso de Nueve Reinas, habla de gente desesperada, dispuesta a cualquier cosa por ganarse un dinerito. Por si fuera poco, es además muy entretenida, con una última parte realmente angustiante.



Un lado más espiritual se mostró en Des dieux et des hommes (De dioses y hombres), extrañísima historia (basada en hechos reales) de un grupo de monjes franceses, cuyo monasterio se ubica en un alejado paraje argelino. Los monjes cristianos viven en perfecta armonía con los habitantes (musulmanes) de la aldea cercana, a quienes brindan atención médica, apoyo con trámites e incluso apoyo moral y a su vez son invitados a las ceremonias locales. Durante buena parte de la cinta, seguimos a los monjes en sus tareas diarias (regar su parcela, producir miel y ejecutar bastantes cantos gregorianos), hasta que un grupo de rebeldes extremistas llegan al lugar a exigir medicinas. Se trata de una cinta que explora abiertamente temas religiosos y que ciertamente tiene un mensaje claro; el problema no es ninguna religión sino sus fanáticos, aunque su tratamiento es desconcertante, fascinante y por momentos insoportable, para llegar a una conclusión de la que Woody Allen estaría orgulloso; tal vez es cierto que es bueno no esperar nada de la vida.

Cannes '10 Documentales

Eduardo Lucatero
lucatero@rollodepelicula.com



El año pasado, la lista de directores presentes en el festival era impresionante, compuesta por previos ganadores y grandes nombres conocidos incluso entre gente que no sabe mucho de cine, nombres como Almodóvar o Tarantino. Este año, dado que la lista es más discreta, los pocos nombres provocan grandes colas de hasta tres horas, para ver las nuevas cintas de Woody Allen o Godard. Por cierto, Godard no se molestó en asistir a la presentación de la cinta, que se estrena en Francia al día siguiente, además de que los subtítulos en inglés de Film Socialisme no tienen nada que ver con lo que se dice en pantalla, sino aforismos filosóficos o de plano uno que otro insulto.

Otro veterano en concurso, Bertrand Tavernier, presentó La princesse de Montpensier, una película histórica, cara, muy clásica, que narra los conflictos amorosos de varios hombres alrededor de la princesa del título, en el contexto de las guerras entre católicos y protestantes a fines de la edad media. Filmada con brío y muchos detalles muy buenos, es sin embargo un tanto fría y un poco aburrida.

Este año sobresale la abundante presencia de documentales, algunos muy logrados, otros no tanto. El mejor hasta el momento (y el más extraño) ha sido el italiano Le Quattro volte (Cuatro veces) de Michelangelo Frammartino. Sin una sola palabra, Frammartino explora filosóficamente el ciclo de la vida, en cuatro instancias; los protagonistas de la cinta son un grupo de cabras, un árbol, un viejo pastor y una montaña de carbón. Si bien algunos presentes se irritaron bastante con la radical propuesta y abandonaron la sala, los que se quedaron brindaron una fuerte ovación; la película es, ciertamente, algo bastante inusual.



De una forma similar pero mucho menos exitosa, Sophie Fiennes, hermana de Ralph, intenta darle la vuelta al documental clásico. Over your cities grass will grow (En sus ciudades crecerá el pasto) es un austero retrato del artista plástico Anselm Kiefer y de su obra. El problema es que la obra de Kiefer no es particularmente interesante y el artista mismo nunca dice gran cosa. Es como estar atrapado en una sala de museo donde la exhibición no es particularmente interesante.

Últimamente se ha popularizado cierto tipo de documental “activista”, que termina además con una dirección en internet en la que se puede obtener más información y registrarse para apoyar alguna causa o tomar acción. Eso en si no tiene nada de malo, el problema es que buena parte de dichos filmes están dedicados a un público joven que los cineastas imaginan tienen poca capacidad de retención por lo que deben llenarse de música e imágenes, además de que tienden a un didactismo que generalmente es muy poco cinematográfico. Es el caso de Countdown to Zero, de Lucy Walker, del que se espera, según su productor, que tenga el éxito de An inconvenient truth. Varios políticos, científicos y gente común y corriente saliendo del metro, discuten la problemática de las armas nucleares, lo cerca que hemos estado de una guerra nuclear y lo sencillo que sería para grupos terroristas obtenerlas. Hay muchas cosas muy buenas, como son las intenciones de los involucrados, pero mezclar testimonios de Tony Blair o Gorbachov con los de turistas en Manhattan no es muy serio, como tampoco lo es ilustrar los efectos devastadores de una bomba nuclear con imágenes de gente celebrando el año nuevo.



El director danés Christofer Boe, uno de los favoritos de ésta columna, presentó su último trabajo, Alting bliver godt igen (Todo va a estar bien), que en cierta forma es su cinta más accesible, aunque no deja de ser un rompecabezas, notablemente filmado. Es una de esas cintas que se disfruta más entre menos se sepa de antemano de que se trata.

domingo, mayo 16, 2010

Cannes '10 Romances

Eduardo Lucatero
lucatero@rollodepelicula.com

Hoy hizo frío, cosa rara en esta temporada, e incluso llovió por un par de horas. Por lo menos, hubo mucho para entretenerse dentro del cine, por ejemplo, la elegante cinta coreana Hanyo (La sirvienta), reelaboración del clásico del cine coreano de los 60´s, a su vez realizado dos veces antes. Una joven entra a trabajar al servicio de una familia bastante acomodada, donde será principalmente nana, además de realizar labores varias de limpieza, aunque pronto comienza una relación con el atractivo patrón. Engaños, crímenes y traiciones varias desembocan en un final digno de telenovela. Superficial, pero muy entretenida.

El veterano realizador inglés Mike Leigh, quien triunfara en el festival en 1996 con Secretos y Mentiras, regresa al festival con la primera candidata a uno de los premios. Another year (Un año más) es otro delicado, agridulce estudio de la vida diaria. Gerri y su marido Tom son una pareja mayor en la que el romance está aún en todo su esplendor. Ella es terapeuta en un hospital, él es ingeniero, y en sus ratos libres se dedican a cocinar y a plantar un jardín de vegetales orgánicos. El problema es que varias personas alrededor no tienen la misma suerte, en especial la colega de trabajo Marie, terriblemente sola, que siempre necesita ser el centro de atención y que se niega además a aceptar que ya no es una joven. Hay momentos verdaderamente cómicos y otros bastante trágicos, y la película se siente un poco larga, pero es sin duda excelente.



Mucho se hablaba desde antes del inicio del festival de Rubber, la historia de una llanta asesina, dirigida por el DJ, director de video clips, artista plástico y autor de comics francés Quentin Dupieux (alias Mr.Oizo), por lo que fue imposible entrar a verla. Aquí hay una muestra.



El día terminó con las nuevas propuestas de Gregg Araki y Xavier Dolan, que dan la impresión ambas de ser largos, olvidables, misóginos y muy bien filmados cortometrajes estudiantes, basados en personajes insoportables. Al menos Araki tuvo la decencia de no tomarse en serio y al menos pareció divertirse durante el rodaje de Kaboom. Un joven gay un tanto confundido comienza a tener extrañas pesadillas que probablemente sean más que eso. Extraños eventos comienzan a ocurrir en el campus universitario (hombres enmascarados, brujas, sociedades secretas) que podrían poner en peligro a la humanidad completa. Exclusivamente para fans del director.

Sigo sin explicarme el éxito que tuvo aquí el año pasado J'ai tué ma mere (Yo maté a mi madre) del Quebequense Xavier Dolan. Su segunda película, Les Amours Imaginaires (Amores Imaginarios), sigue a un trío de improbables jóvenes, bastante insoportables. El director interpreta a un joven (al que el resto de los personajes se la pasan diciéndole lo bello y lo sensible que es) que se enamora a primera vista de Nicolas, recién llegado a la ciudad. El problema es que la su amiga Marie también se enamora de Nicolas. El director ha de haber visto varias veces In the mood for love, pues hay varios planos igualitos, pero el producto final no tiene nada que ver con tan ilustre referencia, y en un par de años nadie recordará, merecidamente.