viernes, mayo 22, 2009

CANNES ‘09 - Los bastardos de Tarantino y Haneke

Eduardo Lucatero
lucatero@rollodepelicula.com


La segunda guerra mundial es probablemente el hecho histórico que más películas ha inspirado. Desafortunadamente, la importancia de éste suceso se ha prestado, desde el principio, a una pomposidad y pesadez que hace que por cada buena película sobre el tema, existan cientos de ellas que terminan siendo comedias involuntarias. Tan solo por realizar con humor una película de acción sobre el tema, Tarantino se merece una buena calificación.

Luego de la terrible Death Proof y sobre todo luego de los comentarios poco favorables de las primeras proyecciones, Inglourious Basterds es una agradable sorpresa. Durante la ocupación nazi de Francia, una joven judía presencia la masacre de su familia a manos de los alemanes, pero logra escapar. Años después, en Paris, la joven ha logrado rehacer su vida (en la medida de lo posible bajo la ocupación), manejando un cine. Al mismo tiempo, un grupo de soldados norteamericanos de origen judío llegan a Francia con la idea de asesinar a la mayor cantidad de soldados nazis. Ambas historias terminarán mezclándose de forma inesperada, en una espectacular escena final, que seguramente va a hacer llorar a varios historiadores. Tarantino logra su guión más redondo en muchos años; las largas discusiones sobre cultura pop de sus otras cintas se convierten aquí en intercambios mucho más refinados sobre cine europeo clásico, lo que seguramente desesperará a sus menos sofisticados seguidores, como seguramente lo hará también el hecho de que buena parte de la cinta esté hablada en francés y alemán, de que haya relativamente menos violencia que habitualmente y que Brad Pitt esté en la cinta solamente unos veinte minutos.


El austriaco Michael Haneke ha perturbado al público durante los últimos treinta años con provocadoras reflexiones sobre la violencia y la ligerísima línea que separa la sociedad de la barbarie. Luego de diez años rodando fuera de su país y en francés (además de la inútil reelaboración de Funny Games), regresa a sus raíces para continuar su teoría de que las semillas del verdadero mal están dentro de nosotros mismos. El listón blanco (Das weisse Band) se desarrolla en un alejado pueblo del norte de Alemania, poco antes del inicio de la primera guerra mundial. Una serie de eventos extraños comienzan a ocurrir en la austera comunidad liderada por un estricto pastor. Al principio nadie parece preocuparse demasiado, pero cuando la violencia de tales hechos comienza a subir de intensidad, el profesor de la escuela decide investigar un poco. Técnicamente impecable (por momentos uno olvida que está viendo una película realizada éste año), la cinta es intensa, aterradora y como Caché tiene un final abierto que no explica gran cosa. Esto, y el hecho de que desafortunadamente es un poco larga, va a desconcertar a más de un espectador, que saldrá de la sala diciendo que “no pasa nada”.

No pasa gran cosa tampoco en la delirante cinta colombiana Los viajes del viento, pero tiene su encanto. Casi como documental, el director Ciro Guerra narra una especie de road movie (aunque el viaje ocurre en mula y a pie) en la que un hombre decide devolver un acordeón al hombre que se lo dio, para lo que debe atravesar los rincones más alejados de las montañas colombianas. Un estudio acerca de la cultura del vallenato, durante el trayecto el hombre encuentra una serie de personajes, entre ellos varios indígenas. La cinta tiene además un extraordinario trabajo visual que muestra lugares que probablemente nunca se han visto antes en cine.

Pero la cinta más original en lo que va del festival es la canadiense Carcasses (Despojos). Rodada como documental, con un par de elementos de ficción incorporados, la película muestra unos días en la vida de un solitario hombre que se dedica a la compra venta de la más variada cantidad de objetos, que el resto de los mortales llamaría basura. El hombre abre la puerta de su casa (donde apenas hay espacio entre los juguetes, revistas, libros viejos y montañas de ropa) y se muestra comiendo, preparándose para una cita, y sobre todo, trabajando en la venta de chatarra de los más de 400 autos hechos chatarra en su jardín. Por algún motivo, un grupo de adolescentes con síndrome de Down se mudan al deshuesadero. Si bien no es una cinta para todos los gustos, los personajes parecen salidos de una película de Herzog.

miércoles, mayo 20, 2009

CANNES ‘09 - De Madrid a Jerusalén

Eduardo Lucatero
lucatero@rollodepelicula.com


Debo comenzar diciendo que no soy fan de Almodóvar. En Francia lo adoran, en cambio, tanto su películas menores, como La flor de mi secreto, como las excelentes Volver y Carne trémula. Afortunadamente, Los abrazos rotos es mucho más cercana a éstas últimas. Un escritor de guiones ciego llamado Harry Caine (que desde el principio nos dice no es su verdadero nombre y no siempre ha sido ciego) trabaja ayudando a directores de cine a escribir. Judit, una fiel gerente de producción y el hijo de ésta, además de diferentes mujeres que logra ligarse son su única compañía. Un misterioso director que quiere escribir con Harry y la noticia de la muerte de un famoso empresario ponen muy inquietos tanto a Harry como a Judit. Harry termina por contarle al joven la complicada situación ocurrida catorce años atrás, cuando Harry se llamaba Mateo y era un prometedor director de cine y conoce a Magdalena (Penélope Cruz), una mujer cuya presencia cambiará por completo el destino de todos los protagonistas.

Almodóvar realiza una muy inteligente reflexión sobre el cine, y las imágenes en general (el director está trabajando en una cinta titulada “Chicas y maletas” aunque los diálogos son los mismos que en Mujeres al borde de un ataque de nervios), pero también explora temas como la culpa y la venganza, sin perder enfoque (lo que ocurre en algunas de sus cintas más populares) con humor, sobriedad, y sobre todo cariño a su profesión.



En la sección Una cierta mirada se presentó la cinta Eyes wide open (Einaym Pkuhot), que narra la historia de Aaron, un carnicero que vive en un estricto barrio ultra-ortodoxo de Jerusalén. La comunidad entera sigue estrictos lineamientos religiosos, Aaron frecuenta la sinagoga y reza y estudia las escrituras constantemente. Por azar conoce al joven y apuesto Ezri, a quien toma como su aprendiz, pero poco a poco comienza a sentirse atraído hacia el joven y a perder interés en su mujer. Aunque el guión es un poco esquemático, la película es interesante, sobre todo porque retrata un mundo pocas veces presentado en cine y un muy buen final.

martes, mayo 19, 2009

CANNES ‘09 - Fascistas y comunistas

Eduardo Lucatero
lucatero@rollodepelicula.com


Hasta hace poco se desconocía la historia de Ida Dalsi, personaje central de la cinta Vincere (Vencer), del veterano Marco Bellocchio. En 1914, Benito Mussolini es un joven y carismático periodista político. Desde que Ida Dalsi lo ve por primera vez, queda enamorada de él y comienza a tener un apasionado romance que termina en boda y heredero. Ella vende sus propiedades para financiarle a Benito un periódico independiente y su carrera comienza a ascender. Sin embargo, cuando el futuro Duce comienza a relacionarse con otra mujer, Ida decide perdonarlo con tal de poder quedarse con él, lo cual, evidentemente, no podrá terminar bien.

Durante sus años en el poder el gobierno fascista intentó eliminar todos los rastros de la existencia de Ida y de su hijo Benito. Un libro reciente (El hijo perdido del Duce) y un documental (La esposa de Mussolini) inspiraron la película, que recurre además a buena cantidad de imágenes de archivo, que dan contexto histórico al drama personal. La hermosa Giovanna Mezzogiorno encarna convincentemente a una mujer dispuesta a darlo todo por su amado primero y a mantener su dignidad después , y aunque la cinta se centra en ella, quien se roba la película es el actor Filippo Timi como el joven Mussolini, imprimiéndole fuerza y humanidad.


El director rumano Cristian Mungiu, quien ganara el festival con 4 meses, 3 semanas, 2 días continúa su exploración del infierno de la Rumania comunista, aunque ahora lo hace en tono de comedia y con ayuda de otros cuatro directores. Sus Cuentos de la época de oro (Amintiri din epoda de aur), narra cinco historias ubicadas en la Rumania de Ceausescu, tiempo conocido como la época de oro, aunque en realidad, los protagonistas están buscando constantemente la forma de transar a alguien, de hacer dinero fácil y de obedecer a como dé lugar las órdenes del partido, por más absurdas que éstas sean. Curiosamente, en un festival que ha optado por temas oscuros, películas como Looking for Eric y ésta son las que han provocado las ovaciones más sonoras.

lunes, mayo 18, 2009

CANNES ‘09 - En busca de Satanás

Eduardo Lucatero
lucatero@rollodepelicula.com


Desde el principio del festival se esperaba con anticipación éste día, donde dos de los directores más respetados, representados y premiados del mismo presentarían sus nuevos trabajos, y se decía, ambos con fuertes posibilidades de volver a ganarlo. El director inglés Ken Loach presentó hoy Looking for Eric (En busca de Eric) una historia mucho más ligera que de costumbre, en la vena de My name is Joe. La vida no ha tratado muy bien al cartero Eric, quien a sus cincuenta años no ha logrado gran cosa, lleva muchos años separado de su mujer y no tiene el menor respeto de sus hijos adolescentes. Luego de un intento de suicidio, comienza a tener visiones de su ídolo, el ex futbolista Eric Cantona, interpretado por el ex futbolista Eric Cantona, también productor de la cinta. Resulta que Cantona, que se ha dedicado a la actuación luego de retirarse, puso una productora con sus hermanos para realizar una película sobre el futbol y se la ofreció a Loach. Tiene momentos extraordinarios, pero tiene también algunos momentos menos afortunados (en los que se nota la mano del productor), pero vale la pena, sobre todo para los fans de Loach o de Cantona.

El danés Lars von Trier ha probado fortuna en casi todos los géneros, el melodrama (Breaking the waves), el musical (Dancer in the Dark), la comedia corporativa (The Boss of it all) e incluso el porno, a través de su productora Pussy Power. Por eso, nadie se sorprendió cuando anunció que su nuevo proyecto era una cinta de terror.


Antichrist, como otras cintas del director, se divide en capítulos. En un breve prólogo se nos presenta a los personajes (cuyos nombres nunca conocemos) al momento en el que pierden a su único hijo. Intentando reponerse de la pérdida, la pareja se refugia en su casa de campo, una cabina a medio bosque, donde en principio la naturaleza comienza a jugarle a la pareja varias bromas pesadas. La atmósfera es verdaderamente aterradora, con imágenes de una belleza realmente excepcional, hasta que la película comienza a ser ridícula y después, francamente repugnante. La última media hora es una verdadera prueba de resistencia, con un final que ruborizaría a M. Night Shyamalan, y recibió varios abucheos y silbidos, pero también sonoro aplauso de algunos. En la conferencia de prensa, Von Trier declaró “Yo soy el mejor director del mundo” lo que ha orillado a varios críticos a opinar que todo se trata de un mal chiste. Lástima.



Una reflexión mucho más profunda sobre el bien y el mal vino del lugar menos esperado. Ágora, la última realización de Alejandro Amenábar, luego del éxito internacional de Los Otros y Mar Adentro. Amenábar narra la historia de Hypatia, hermosa hija del guardián de la biblioteca de Alejandría (Rachel Weisz), quien más que interesarse en romances cultiva con interés la filosofía y la astronomía. Una vez olvidados los habituales clichés del cine de época (los egipcios, judíos y romanos hablan inglés con una variedad de acentos, llevan siempre ropa impecable y tienen los dientes blanquísimos), encontramos un pertinente alegato en contra del fanatismo religioso y a favor de la ciencia. Tiene además varios niveles de lectura, varias escenas, como la de la destrucción de la biblioteca, son excelentes y sus cometarios acerca de los primeros cristianos son infinitamente más provocadores que la tontería de Von Trier.

Finalmente, la solitaria representante mexicana Daniel y Ana, ópera prima de Michel Franco, se presentó en la Quincena de Realizadores. Daniel y Ana son dos hermanos que llevan una estupenda relación y una vida cómoda y sin complicaciones. Son secuestrados y en lugar de dinero se les exige algo mucho peor. Los dos reaccionan de forma diferente al hecho violento, primero aislándose de su familia y amigos, poco a poco desarrollando emociones más complejas. En otras manos, el material hubiera resultado una telenovela, pero Franco resuelve la cinta con una sobriedad impresionante, con una notable economía de recursos (la mayoría de las escenas están resueltas con uno o dos planos, con la cámara prácticamente fija), sin sensacionalismos. Ana, interpretada por Marimar Vega, es una revelación.

domingo, mayo 17, 2009

CANNES ‘09 - Criminales

Eduardo Lucatero
lucatero@rollodepelicula.com


La primera película francesa en la competencia es Un prophéte (Un profeta), en la que el director Jacques Audiard continúa su fascinación por el mundo del hampa. En ésta ocasión, nos narra la historia del joven Malik, que a los diecinueve años es un analfabeta, no tiene familia o amigos y ha pasado buena parte de su vida en instituciones correccionales. Condenado a seis años de cárcel por atacar a un policía, Malik es en apariencia débil e inocente, presa fácil para las bandas establecidas, en particular los musulmanes y los independentistas de Córcega, quienes tomarán a Malik a su cargo a cambio de que éste realice para ellos ciertos trabajos. Lo que inicia como un rutinario drama carcelario, con todos sus lugares comunes, se convierte en un intenso estudio de personajes en situaciones límite, una notable cinta de suspenso, emparentada con las cintas de Jean Pierre-Melville, en parte gracias a las sorprendentes actuaciones del relativamente desconocido Tahar Rahim como Malik y el veterano Niels Arestrup como el jefe de la mafia corsicana.

Hablando de Jean-Pierre Melville, su película “El Samurai” es una de las cintas preferidas de varios cineastas contemporáneos como Quentin Tarantino y Johnnie To. Éste último re imagina la vida del personaje interpretado por Alain Delon, abandonando la vida de asesino a sueldo y convirtiéndose en chef en Vengeance. La historia inicia cuando la familia de la hija de Costello (interpretado por el César Costa francés Johnny Hallyday) es batida a tiros por un trío de desconocidos en Macao. Ella no muere, pero queda paralizada, y a señas, pide a su padre que la vengue. Como no habla chino, Costello se hace amigo de unos sicarios locales, quienes lo ayudarán a encontrar a los culpables de los crímenes y se verá envuelto unas cuantas balaceras espectaculares. La película es un buen ejemplo de cine de acción de Hong Kong, abiertamente comercial, realizado con humor y el habitual brío del realizador.





No pude ver Taking Woodstock, adaptación de la novela que relata los orígenes del festival de música epónimo, del director Ang Lee, quien ha ganado dos veces en Berlín (Banquete de Bodas, Sensatez y Sentimientos), dos veces en Venecia (Brokeback Mountain, Lust, Caution). Al parecer, es simpática a secas.

En diciembre de 1989 un sujeto entró en el Politécnico de Montreal con un arma, separó a los hombres de las mujeres en un salón de clases y disparó, matando a catorce mujeres. Abandonó el salón y continuó disparando específicamente a mujeres, y veinte minutos después se quitó la vida. La tragedia es aún un tema bastante polémico en Quebec, por lo que hubo varias protestas cuando se supo que la popular actriz Karine Vanasse estaba produciendo una cinta al respecto. Polytechnique (presentada hoy en la Quincena de Realizadores) tuvo una respetable corrida comercial en su ciudad natal y recibió críticas generalmente positivas, sin embargo, la cinta presenta serios problemas. Durante la primera media hora de la película (rodada en blanco y negro), mientras se prepara para su misión, el asesino habla de su odio por el feminismo (se encontró en su cuerpo una carta en la explicaba que el feminismo había destruido su vida y mencionaba una larga lista de mujeres de la escena pública, según él, responsables de su fracaso). Esa primera parte es extraordinaria y logra transmitir de forma aterradora, casi en tiempo real, la locura del asesino y el miedo que vivieron los estudiantes presentes. El problema es que una vez que él se quita la vida, la película retrocede en el tiempo para contarnos dos historias, la de una mujer (interpretada por Vanasse) inspirada vagamente en varias de las verdaderas víctimas, al igual que la historia de un joven presente durante la tragedia y cuya vida se ve afectada por no poder haber ayudado. En su intento por hacer al personaje femenino una heroína y evitar por completo referencias a las víctimas reales, el director Denis Villeneuve termina cometiendo un grave error; el personaje del asesino es el único creíble y con una razón de ser. (Un problema similar al de Elefante de Gus Van Sant; los únicos estudiantes de la preparatoria que parecen tener un ideal son los dos asesinos).