viernes, mayo 13, 2011

Cannes 2011: El día de la mujer

Eduardo Lucatero (@Lucateros)
lucatero@rollodepelicula.com


Este año, el festival parece haber puesto especial atención en realizadoras, con cuatro de ellas en competencia y varios filmes dirigidos por mujeres en todas las secciones, lo cual es siempre bienvenido. Una de las cintas más esperadas fue el regreso de la escocesa Lynn Ramsay (de quien ya se ha hablado en estas páginas) con la esupenda cinta We need to talk about Kevin, que narra la aterradora historia de una madre de familia que comienza a darse cuenta de que su hijo es un psicópata. Poco a poco la conducta del niño (y luego adolescente) va volviéndose más y más hostil, y sus actos cada vez más violentos, hasta culminar en una masacre al estilo Columbine. Está narrada como un rompecabezas, con elementos mínimos que van tomando sentido conforme la cinta avanza y un uso excepcional del color y del sonido. Tilda Swinton logra transmitir la desesperación de la madre al no saber cómo reaccionar antes de la tragedia y su forma de readaptarse a la comunidad después de la misma, en una cinta que se queda en el espectador mucho tiempo después de salir del cine.



La Semana de la Crítica, que se enfoca principalmente en óperas primas, abrió también sus puertas hoy con una muy interesante película israelí de Hagar Ben-Asher titulada The Slut (La puta). En un pueblo israelí en medio de la nada vive tranquilamente una mujer con sus dos hijas. A la mujer le encanta el sexo y ha aprendido a utilizarlo en su favor, como herramienta de poder. La llegada de un nuevo hombre pone en peligro el delicado balance de la comunidad y pronto la tensión termina estallando de forma inesperada. La protagonista (además directora y guionista de la película) desarrolla una compleja serie de relaciones y postulados filosóficos, pero lo hace de forma muy cinematográfica, con largos planos de puertas, ventanas y elementos de la naturaleza que rodean a la protagonista en todo momento. Va a ser muy controvertida, pero definitivamente es propositiva y vale la pena.



No se puede decir lo mismo de Restless (Inquietos), la nueva película de Gus Van Sant. Un comercial de banco tiene más honestidad que la historia de una joven con un tumor cerebral a punto de morir, que conoce a un excéntrico joven al que le gusta, por algún motivo, colarse a funerales de desconocidos. El pedante sujeto (que si fuera mínimamente real estaría institucionalizado, muerto o en la cárcel) y la joven se enamoran (a pesar de ser bastante repelentes) y aprenden a gozar de la vida realizando actividades como aprender esgrima o tirar piedras a los trenes que pasan. Por si fuera poco, el joven tiene sólo un amigo: el fantasma de un piloto kamikaze japonés de la segunda guerra mundial, fantasma a quien conoció cuando murió unos minutos, en un accidente en el que sus padres fueron menos afortunados. Aunque quizá les fue mejor, si la vida es realmente la cursilería que los protagonistas de esta película imaginan. Nunca se sabe.

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