sábado, mayo 16, 2009

CANNES ‘09 - Poetas y vampiros

Eduardo Lucatero
lucatero@rollodepelicula.com


Catorce años después de haber triunfado con “El piano”, Jane Campion regresa al festival que la lanzara a la fama. Cineasta original y arriesgada, con dicha película pudo unificar tanto a la crítica como al público, y sus cintas posteriores (a pesar de ser congruentes con su trabajo anterior a “El Piano”) no han convencido a quienes esperaban que siguiera haciendo el mismo tipo de historias, con la crítica generalmente destrozando (injustamente) cada nueva película de Campion. Bright Star (Estrella brillante) va a ser una historia completamente diferente para la neozelandesa. El joven poeta John Keats es atacado por sus contemporáneos, no tiene dinero y tiene un hermano enfermo a punto de morir; no es el mejor momento para iniciar un romance con la vecina Fanny. Lo que podría haber sido una convencional biografía se transforma, en manos de Campion, en un delicado retrato de un amor imposible. La historia es contada a través de los ojos de Fanny (la siempre bienvenida Abbie Cornish, quien toma el lugar de previas heroínas Nicole Kidman y Kate Winslet) y es un sólido y emotivo romance que ha sido unánimemente bien recibido por la crítica y el público asistente.


En principio, una película de vampiros hecha por el director de “Oldboy”, vagamente basada en Zola y titulado Sed sonaba fantástico. Desafortunadamente, el resultado es bastante decepcionante. Un cura católico se somete a un experimento médico en un extraño laboratorio. Muere, aunque minutos después despierta, para darse cuenta de que el sol le molesta, que tocando enfermos puede curarlos inexplicablemente, y que tiene una insaciable necesidad de beber sangre. La novedad aquí es que el padre tiene principios religiosos, lo que le impide matar gente fácilmente y dejarse llevar por los impulsos de la carne.

Los extremos de violencia que Park Chan –wook usó con tanta eficacia en su trilogía de la venganza eran necesarios para explicar las motivaciones de los personajes. Aquí parece que su única utilidad es la de provocar (lo cual logró, pues una cincuentena de personas abandonaron la sala).

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