viernes, mayo 15, 2009

CANNES ‘09 - Arriba y adelante

Eduardo Lucatero
lucatero@rollodepelicula.com

Tradicionalmente el festival ha tenido problemas eligiendo la película de apertura. ¿Una película que todos quieran ver, que atraiga prensa (El Código Da Vinci, El Quinto Elemento) o una cinta de mayores ambiciones que de todas formas va a terminar decepcionando (La Mala Educación, Blindness)? Quizás en ésta ocasión el festival haya logrado un balance adecuado. Up, décima producción de Pixar, es una obra interesante, redonda, capaz de cautivar al gran público y a los más exigentes asistentes al festival, quienes además de los smokings y vestidos de gala usaron los tradicionales lentes. El director del festival se apresuró a pedir que no se los llevaran, pues cuestan alrededor de cien dólares.

Al igual de Wall-e, Up asume que el espectador tiene inteligencia, mientras que habla de temas más profundos sin que sienta sermón. La historia de un viudo gruñón que decide tomar finalmente las riendas de su propia vida fue un apropiado aperitivo para un festival que incluye varias cintas de horror.



La competencia arrancó con la esperada segunda cinta de la escocesa Andrea Arnold. En 2006 presentó aquí su estupenda Red Road, habiendo ganado el óscar un par de años atrás con su cortometraje Wasp, en el que narraba con sensibilidad la historia de una amolada madre soltera, bastante irresponsable, que sin embargo no tiene otra cosa que amor por sus hijas. En Fish Tank (Pecera), Arnold continúa su observación de la vida de las mujeres en los barrios miserables de la provincia inglesa. La joven adolescente Mía vive con su madre y su hermana en una sucia unidad habitacional, donde los niños y jóvenes no tienen mayor cosa qué hacer que fumar, beber y escuchar mala música y peor televisión. Mía sueña con bailar como las protagonistas de los videos de rap, cuando no se está peleando con las vecinas o su hermana y su madre, quienes se tratan una a otra como “perra”. Cuando su madre trae a la casa a su nuevo novio, un guarda de seguridad en una ferretería, la adolescente comienza a sentirse atraída a él, quien además parece preocuparse por ellas y sobre todo, respetarlas. Como en Red Road, hay además un secreto, que desencadenará una compleja venganza. Una gran película.



El director Lou Ye ha tenido ya problemas con las autoridades chinas, quienes lo castigaron tres años por presentar aquí Summer Palace, primera cinta china en hablar directamente de las manifestaciones en Tiananmen Square, además de hacerlo usando inusual uso del sexo. En ésta ocasión, Lou Ye realizó su nueva cinta de forma clandestina, en formato digital (en algunos momentos incluso con la ayuda de cámaras de teléfonos celulares). Las autoridades chinas lo han vuelto a castigar y al parecer tiene prohibido volver a hacer cine en cinco años, pues su nueva película habla de algo que las autoridades de su país insisten no existe en China, la homosexualidad.

Spring Fever (cuyo título chino se traduce como “Una noche profundamente embriagados de brisa primaveral”) habla de los amores y desamores de un grupo de habitantes de la ciudad de Nanjing. Un librero lleva una intensa relación con otro hombre y su esposa sospecha que hay algo que no funciona, por lo que contrata a un sujeto para que siga los movimientos de su marido. La pareja busca cada oportunidad posible para darle vuelo a la hilacha e inventan historias para que nadie los descubra. A la mujer parece no importarle el que su marido la engañe, si no que la engañe con “otro muchacho”. Las cosas se complican cuando el espía comienza a interesarse en el amante, y comienza a perder el interés en su novia. Más que una historia convencional, Ye aspira a trasladar a la pantalla el poema que da título a la película, y en buena medida lo logra, gracias a las excelentes actuaciones de los protagonistas, que logran incluso hacer emotivo algo tan banal como una sesión de karaoke, y una excepcional banda sonora. Si durara media hora menos, la cinta ganaría bastante.



En las secciones paralelas, no pude ver Tetro, nueva película del veterano Francis Ford Coppola, que ha recibido reacciones mixtas. En cambio, Kuki Ningyo (Muñeca inflable) del japonés Hirokazu Kore-eda probablemente era una buena idea en papel (un hombre solitario cuya única compañía es una muñeca inflable, a la que trata como si fuera una mujer real, hasta que la muñeca se convierte en mujer), pero el cuento de hadas para adultos resulta incluso desagradable (más que estar hecha de plástico, la muñeca parece retrasada mental). En fin, fuera de eso, un inicio prometedor.

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