jueves, mayo 13, 2010

Cannes '10 De búsqueda

Eduardo Lucatero
lucatero@rollodepelicula.com


Unos días antes del inicio del festival, una severa tormenta cayó sobre la riviera francesa, causando destrozos mayores, al mismo tiempo que un volcán en Islandia puso en juego el transporte aéreo entre Norte América y Europa. Además, el ministro italiano de cultura propuso boicotear el festival (al que no había sido invitado), en reprimenda por seleccionar el documental anti-Berlusconi Draquila. Finalmente, ni la naturaleza ni la política evitaron que Robin Hood de Ridley Scott abriera el festival con bombo y platillo, al mismo tiempo que se estrena en cientos de pantallas en todo el mundo.

La prensa recibió fríamente a la primera película en concurso, Chongqing Blues, de Wang Xiaoshuai, tanto que la función a la que atendió el presidente del jurado Tim Burton, estaba medio vacía, aunque tal recepción fue un tanto injusta. Un marinero regresa de un viaje de 6 meses para enterarse de que su hijo ha muerto a manos de la policía, por lo que regresa a la ciudad del título para averiguar la verdad. Comprensiblemente, ni su ex esposa, ni los amigos de su hijo tienen ningún interés en tener contacto con el hombre, quien dejó a su familia catorce años antes. Igualmente, la policía tampoco quiere discutir el asunto. Poco a poco el hombre va reconstruyendo los últimos momentos de la dolorosa vida de su hijo. Como telón de fondo, los continuos cambios en la sociedad china, con su imparable necesidad de destruir lo viejo y construir cosas nuevas y espectaculares.


Más popular resultó la francesa Tournée (Gira), realización del actor Mathieu Amalric. Un productor de televisión venido a menos se refugia en Estados Unidos e intenta regresar triunfante a Francia como mánager de un extraño grupo de burlesque. Las mujeres son un grupo fascinante y crearon su propio vestuario y rutinas musicales, las cuales se mezclan con los problemas familiares del mánager, todo ello pertinentemente observado e interpretado. Sin embargo, por momentos la cinta es demasiado complaciente y un poco larga; si la película durara media hora menos, sería estupenda.

En Draquila, L´Italia che trema (Draquila, Italia tiembla), la comediante Sabina Guzzanti examina los eventos posteriores al terremoto en la ciudad de L´Aquila con la teoría de que Silvio Berlusconi aprovechó la tragedia para obtener beneficios políticos y para perpetuar su influencia sobre los medios. El material es poderosísimo y la postura de Guzzanti es incuestionable; el problema es que al igual que Michael Moore, Guzzanti siente la necesidad de agregar gráficos llamativos, hacer payasadas en cámara y sacar dos o tres cosas de contexto para reforzar su tesis (la cual, insisto, es innegable), lo que termina por restarle fuerza y seriedad al asunto.

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