lunes, febrero 23, 2009

Descubrimientos: Jan Švankmajer

Eduardo Lucatero
lucatero@rollodepelicula.com


En alguna ocasión el director checo Milos Forman (Amadeus, Larry Flint) se refirió a su compatriota Jan Švankmajer como una mezcla de Buñuel y Walt Disney. Ciertamente Švankmajer ha pasado casi cincuenta años creando algunas de las cintas más originales, aterradoras y divertidas de los últimos años, influenciando de paso a varias generaciones de directores, entre ellos Terry Gilliam y Tim Burton.



Nacido en Praga en 1934, Švankmajer se interesó en varios tipos de expresiones artísticas, entre ellas la pintura y el grabado, y fue a través de ellos que se relacionó con el teatro de marionetas. Luego de realizar estudios en el Instituto de Artes se incorporó a la prestigiosa compañía de Teatro Negro de Praga. En ésas épocas comenzó a realizar breves cintas de animación, en las que ya se mostraban las constantes en el cine de Švankmajer; una predilección por un mundo obscuro, de pesadilla, donde los objetos inanimados cobran vida y gente ordinaria parece no tenerla.



Durante los años sesenta y setenta realizó varios cortometrajes de animación en técnicas diversas, aunque su medio favorito era la animación en plastilina. Finalmente ganó notoriedad cuando su corto Moznosti dialogu (Dimensiones de diálogo) ganó varios premios en los festivales de Berlín y Annency en 1982 y pudo poner en marcha un viejo proyecto; su primer largometraje, inspirado en Alicia en el país de las maravillas.



Luego de cierto éxito, Švankmajer realizó varios cortos más, entre ellos la notable trilogía Jidlo (Comida) y su comentario a la caída del muro de Berlín, Konec stalinismu v Cechách (La muerte del Estalinismo en Bohemia), antes de continuar haciendo casi exclusivamente largometrajes, entre ellos Fausto (1994), delirante reelaboración del mito tradicional del hombre que vende su alma al diablo y Spicklenci Slasti (Conspiradores del placer, 1996), que sigue a un grupo de individuos que detrás de su apariencia “ordinaria” llevan una doble vida dedicada a complicadas manifestaciones del placer.




Otesanek (El Pequeño Otik) es aún más extraña. Levemente inspirada en una leyenda popular europea, la cinta narra la historia de una joven pareja que no puede tener hijos. Cuando el marido se encuentra un trozo de leña que tiene vagamente forma humana, se lo lleva a su mujer y ésta comienza a tratarlo como si fuera un verdadero bebé, mientras comienza a fingir un embarazo. El trozo de leña comienza a aceptar los buenos tratos de la mujer, quien pronto descubre que el pequeño Otik tiene un apetito voraz, el cual empeora conforme va creciendo y se come al gato, hasta terminar por devorar al cartero y al pedófilo local.



Su última cinta hasta el momento, Sileni (Locura) continúa la exploración de los terrenos más oscuros de la mente. Inspirada en parte en Enterrado Vivo de Edgar Allan Poe y en parte en varios textos del Marqués de Sade, nuevamente habla de sexo, muerte y mucha carne.

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